miércoles, 25 de noviembre de 2009

¿QUE HAREMOS EL DOMINGO?

Después de algún tiempo entro aquí para hacer algunas reflexiones. El equipo esta mal desde hace algunas semanas, al principio de liga más o menos jugabamos a algo pero ahora no se juega a nada y se está viendo que los jugadores fichados este verano no han dado la talla, salvo Goitia y a veces la pifia.
Desde varios foros del beticismo se está alentando a la gente para que el domingo no se entre en el campo, y yo me pregunto y la gente que quiera entrar que hace se les va a recriminar o podrán libremente entrar en el campo.
La verdad es que yo quiero entrar pero como vea que hay algún problema me marcho para mi casa, me estoy arrepintiendo de haberme sacado este año el carnet, entre que el equipo anda fatal y la falta de transporte para ir me es muy duro ir a ver a mi equipo.
¿Por eso me pregunto que pasará este domingo?, ¿habrá jaleo en las entradas al estadio?.
Espero que no y que podamos ver un buen partido y que ganemos después de varios partidos sin ganar.
VIVA EL BETIS MANQUEPIERDA, PERO JODER QUE NO PIERDA MAS.

martes, 24 de noviembre de 2009

El Burro

Hola José Juan.
Es tubo bien,me gusto tu simple manera de explicar las cosas.
Esto no es criticar,ni entrar en discordias,solamente mi opinión.
Escribe el Sr.José María Marina,(aunque el burro este conectado a Internet,burro sigue siendo).
Yo no soy activista de nada,pero me gusta defender a los débiles,(en este caso al Burro)aunque no lo sean ni en fuerzas,ni en terquedad.
Cuando decimos Burro a alguien es el equivalente a terco,pero cuando el Burro se pone terco es simplemente por carácter o orgullo ¿por que ese individuo tiene que hacer algo que no quiere?el humano empieza arrearle palos.
La pregunta es ¿quien es mas terco de los dos el hombré o el asno?.
Nos vemos mañana saludos

domingo, 22 de noviembre de 2009

miércoles, 18 de noviembre de 2009

EL VACÍO

"la entrañable Anita"


Isla Cristina 13 de Noviembre de 2009

Nada más llegar lo noté. Un vacío en mi interior y un silencio (que ni los motores de Pepe el de los pulpos), amortiguaban.
Fuimos a comer y lo hicimos como se dice vulgarmente -como los pavos-, deprisa y corriendo. Mi mujer se echó un rato y yo casi ni la deje descansar, porque estaba ansioso esperando el momento de la llamada al móvil, anunciando la ida al Cementerio.
Cuando llegamos al Cementerio no tenía paciencia de esperar a sus hijas, para que me orientasen del lugar de la tumba, (yo no se que me esperaba encontrar), inmediatamente me dirigí al sepulturero y casi sin escucharlo, creo que por instinto, la encontré, como siempre estaba ella en el medio.
Ella era eso (el medio), de todo y de todos. Es hoy sábado y a pesar de la cálida acogida por parte de sus hijos, siento un vacío que es difícil de controlar. Pienso que con el tiempo lo superaré. Con mis padres y seres queridos me pasó igual.
Ahora hasta que mi espíritu lo asimile, me sobra tiempo. Tiempo que era el suyo.
Desde hace ocho años y medio, no faltaba un día de los que veníamos, en el que el ritual era el mismo. Descargar la maleta y los trastos y, casi sin organizar nada (solo lo justo), de meter en el frigorífico cualquier alimento y, ya estábamos escaleras abajo camino de su casa.
Porque era tanta la alegría que ella manifestaba y nos comía a besos, que la satisfacción era mutua.
Siempre me quedará también esa satisfacción a mi, porque por lo menos conseguí, que tanto ella como su querido hermano, anhelasen el momento de nuestra llegada, con entusiasmo, como dos niños esperando la cabalgata de reyes. Tuve la suerte de hacerles felices, por lo menos los días que estábamos allí. A ellos todos los días les parecían pocos. Sentían mucha alegría a la llegada y también pena cuando nos íbamos.
Mis llamadas por teléfono, les daba vida a ambos y por lo menos ese día les cambiaba el chip.
Conseguí llevarlos al cine (que no habían pisado en 40 años), los llevé a Portugal, que aún estando tan cerca, para ellos era otro mundo. Nunca habían viajado a Sevilla y, los hice viajar a la boda de mi hija. En innumerables ocasiones de fiestas en Isla Cristina, teatros etc.
Cuando salíamos, incluso los hijos en broma nos decían, que parecíamos los cuidadores de una residencia de ancianos, porque ella iba de mi brazo y su hermano del brazo de mi mujer.
Pero nosotros nos sentíamos orgullosos de llevarlos, porque era tanta la alegría que sentían, que nos hacían sentirnos bien a nosotros.
Por eso me quedo con lo mejor de ellos, su amistad y cariño sincero.